Pero, debido a la falta de información en los medios convencionales, urge hacer un breve repaso de uno de los acontecimientos más interesantes que han sucedido en las últimas décadas en nuestro país.
A la convocatoria de manifestación contra políticos y banqueros del 15 de mayo responde la ciudadanía de manera inesperada y masiva. Unas 400.000 personas en toda España salen a la calle ese día pidiendo un cambio económico y democrático. Tanto los organizadores como los participantes se vieron desbordados y sorprendidos por una respuesta tan contundente que incluso la prensa internacional se hizo eco de ella.
Esa misma noche, al término de la manifestación de Madrid, un grupo de 10 personas decide no moverse de la Puerta del Sol hasta que se realicen tales cambios. Inmediatamente y contra la intención de los organizadores primeros, la idea es secundada por casi 200 personas.
En estos primeros instantes la mayoría de las personas ya sabía que los promotores de la manifestación habían sido un grupo llamado "Democracia Real Ya", pero poco más se conocía de ellos.
La noticia de la acampada de Sol vuela por medio mundo y sin esperar demasiado, la segunda noche, la policía interviene en Madrid para desalojar a los acampados. A ello se responde a las pocas horas con la ocupación masiva de la Puerta del Sol: más de 30.000 personas llegan a acampar para velar por que la protesta no sea barrida de la calle. También en ese instante en cientos de ciudades y pueblos de todo el país se organizan acampadas como forma de apoyo y resistencia. Los medios internacionales ya empiezan a hablar de la Spanish Revolution, término que llega de Twitter, y poco a poco se empieza a extender por otras zonas de Europa.
Se trata de un hecho inédito en nuestra historia: en apenas 48 horas, la protesta se extiende como un reguero de pólvora por todo el continente, los medios del mundo entero miran a España, ese país que "ha pasado de la indiferencia a la acción, de la queja tomando unas cañas a la organización política", como decía el periódico alemán "Die Tageszeitung", y de manera ejemplar: pacífica y educadamente.
La protesta tiene un aire tan nuevo y diferente que casi nadie la entiende: o bien se ocultan los motivos, o bien las exigencias o incluso, aquellos que se jactan de haber hecho la Transición desdeñan a "los indignados" por quejarse cuando pueden ir a Londres por solo 30 euros hoy en día.
Pero la organización continúa imparable. En menos de cinco días no solo se ponen en pie campamentos en toda España sino una coordinación por grupos de trabajo, en las propias ciudades y entre ellas, que empiezan a trabajar para recoger propuestas de cambio venidas de los ciudadanos y para sostener y extender el espíritu de la protesta.
Personas de muy diversa condición, educación, edad, ideología y creencias se ponen de acuerdo en asambleas para tomar decisiones sobre el rumbo que debe tomar este movimiento surgido espontáneamente. Y al tiempo que la exigencias de democracia participativa comienzan a ejercitarse en estas grandes reuniones en la calle, el grupo "Democracia Real Ya" inicia una desvinculación progresiva del movimiento.
Los pasos de este colectivo siembran dudas sobre sus intenciones, pues además, a la hora de pronunciarse sobre el apoyo a las acampadas parecen más llevados por el oportunismo que por una sincera intención de apoyo. En esos momentos, el movimiento ya tiene vida propia y es independiente, ya se le denomine "de los indignados", 15M o Toma la Plaza.
Contra toda expectativa, el movimiento en la calle no solo continúa sino que crece en apoyo social y cada persona que pasa por las plazas se queda fascinada al ver el ejercicio de democracia práctica que se está llevando a cabo: "¿De dónde ha salido esto, si nunca hemos destacado por nuestra cultura democrática?", se preguntan algunos, otros simplemente se felicitan de que se hable y se decida en la calle.
Los sucesos de Barcelona del día 27 de mayo, en los que la policía ataca de forma brutal e indiscriminada a los acampados desarmados y pacíficos suponen un primer punto de inflexión. Las acampadas de toda España reaccionan con la rapidez de unos medios de comunicación instantáneos y en solo unas horas se llevan a cabo manifestaciones de apoyo en todo el país. Solo en Valladolid participan casi 9.000 personas y se calcula que en toda España rebasan el medio millón.
Esta respuesta implica la madurez que está alcanzando el 15M y su progresiva autonomía e independencia de aquellos primeros promotores. Todo el mundo asume los ocho puntos de cambio que se enunciaron en la primera manifestación del día 15, pero ya nadie está dispuesto a quitarle la soberanía a las asambleas.
Se reúnen en la capital y en otras ciudades las primeras asambleas ciudadanas de barrio, cuyo éxito de participación hace que se copie el modelo en otras partes, Se trata de expandir la protesta, implicar a la ciudadanía directamente en la toma de decisiones, organizar una estructura auténticamente democrática y autónoma que sirva como modelo y ejercicio de las reivindicaciones.
Esta idea autogestionaria, abierta y soberana comienza a crear un cierto malestar, sobre todo entre los políticos recién electos, que ven ya las acampadas como un quiste, y entre los sectores de Democracia Real Ya, que no pueden llevar más las riendas de la protesta. Abiertamente se muestran contrarios a las asambleas, a la participación en la calle y a compartir un calendario de acciones con el resto de los ciudadanos del 15M. En Madrid, el día 30 de mayo, ese colectivo convoca una rueda de prensa para desmarcarse una vez más del movimiento y anunciar su propia y unilateral propuesta de acciones, tan absurda como desaprovechar toda la actual fuerza de movilización esperando al 15 de octubre para realizar otra manifestación.
El 15M de Valladolid previamente a eso, y ante la amenaza continua por parte de Democracia de denunciar a todo aquel que usase su nombre, ya se había desmarcado de la postura un tanto sectaria que se había anunciado los primeros días en Democracia Real Ya. No obstante el movimiento de Valladolid sigue contando con miembros de ese colectivo, pues entiende que la base de entendimiento es común.
Básicamente la diferencia entre el movimiento global 15M, que integra a todo tipo de ciudadanos y asociaciones, y el grupo Democracia Real Ya, es el modo de funcionamiento. Mientras que el 15M se rige de forma soberana y autónoma a través de la asamblea, en la que todo el mundo puede participar y votar, el otro colectivo se cierra sobre una estructura opaca, donde las decisiones las toman unos delegados y de manera cerrada. El 15M pretende convertir en ejercicio práctico de una democracia participativa las asambleas que organiza para así llegar a una serie de reformas del sistema, mientras Democracia Real Ya pretende únicamente movilizar a los ciudadanos, sin que éstos puedan participar de las estrategias y decisiones, solo en momentos puntuales para conseguir ciertos objetivos de cambio.
En este sentido, debido a que la génesis del movimiento se produjo a partir de la convocatoria de Democracia Real Ya, las primeras asambleas asumen la necesidad de dar una respuesta rápida a las exigencias de reivindicaciones que hacen los políticos y los medios de comunicación, con la idea de que en unos pocos días habrá que conseguir algo. Sin embargo, esta urgencia se va mostrando poco a poco falsa e innecesaria, pues terminaría derivando en una serie de acciones cortoplacistas y muy restringidas a unos puntos de reforma un tanto superficiales.
Por ello, las asambleas deciden emprender el debate sobre los puntos de consenso, la estrategia a seguir para conseguir el cambio, cómo implicar directamente a la ciudadanía en la toma de decisiones y cómo organizar las movilizaciones. Se trata de un proceso pausado, reflexivo y participativo. Pero lo peor que le puede pasar a un movimiento así es dejarse llevar por las prisas y por objetivos cortos. El trabajo debe ser continuo y diario para llegar a algo.
Será necesario mantener un equilibrio entre todas las acciones del proceso para que tampoco se quede todo liado en el debate. Depende de la responsabilidad de cada uno. Extender la organización, la participación y el debate a los barrios es uno de los retos más frescos y excitantes de los últimos años. Se trata de afianzar unas ideas de cambio y una estructura de participación que haga imposible un paso atrás, antes bien, pretende impulsar la protesta con paso firme.
Carlos Chávez
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