domingo, 21 de abril de 2013

Fiscalidad, justicia y objeción fiscal

Ya, una semana de huelga de hambre!!

A los responsables políticos de este país (o países). Comunicada de #Hambre de justicia; huelga de hambre en Huesca:


Le informamos que ciudadanos y ciudadanas de Huesca, estamos llevando a cabo en la ciudad, una Huelga de Hambre, bajo el lema de “Hambre de Justicia”. Uno de los objetivos es propiciar un cambio de sistema, por una sociedad justa , solidaria, fraterna, ecológica, eficiente y ética.
   

            Mediante la presente denunciamos varias realidades entorno a la fiscalidad de Hacienda que como ciudadan*s nos indignan y ante las cuales exigimos acciones reparadoras concretas por parte de las autoridades. La primera de ellas trata de una de las obligaciones de los estados modernos que por momentos se desvanece premeditadamente: el reparto equitativo de la riqueza. Es imprescindible para una convivencia honesta basada en la igualdad de oportunidades que se lleve a cabo. Sin embargo las sucesivas medidas tomadas en materia fiscal nos llevan a comprender que no existe voluntad política en este sentido, sino todo lo contrario, ya que son las clases pudientes las que se ven beneficiadas de tales políticas y no las más necesitadas. Baste con nombrar el ejemplo de las SICAV para ilustrar todo lo anterior.



            La segunda, derivada de la primera, trata de la lucha contra el fraude fiscal. Las acciones tomadas durante la presente legislatura, sumadas al silencio administrativo y la permisividad de las anteriores, nos lleva a un mapa fiscal en el que lejos de buscar y penalizar a l*s infractor*s, se facilita su adaptación gratuíta a la legalidad, ante el asombro de millones de ciudadan*s que honestamente aportan todo lo que la ley y Hacienda sugieren.



            La tercera tiene que ver, una vez más, con la paupérrima calidad democrática que tenemos en el actual sistema, también en el terreno recaudatorio, pues un voto cuatrianual de dos terceras partes de la población que lo ejercita es la única cuestión acerca de la gestión que se le hace al pueblo. Si se exige al pueblo fidelidad, algo hay que dar a cambio. Debiera ser un derecho el ceder la capacidad de decisión a las personas que participan con su dinero de qué se hace con él, y eso a día de hoy parece impensable, incluso por parte de la propia ciudadanía.



            En cuarto lugar centramos nuestra queja al gasto militar, y con él a la existencia y mantenimiento de toda la estructura militar y de seguridad que el estado despliega de una manera déspota y paternalista, con un gasto desproporcionado, y que en último término sólo beneficia a su propio estatus. Las diversas administraciones estatales, sean del partido político que sean, reducen gastos constantemente. Se frenan todo tipo de inversiones, se adelgazan las plantillas, se disminuyen los sueldos. Incluso se tocan sectores tan sensibles como la salud, la enseñanza obligatoria o las pensiones. Ello va de la mano de una mayor presión que estrangula y saquea a la población a base de subidas de impuestos, la connivencia con el aumento de precios de la energía y empeoramiento legal de las condiciones del trabajo asalariado y autónomo. Sin embargo hay una institución que siempre ha resistido y resiste a cualquier tipo de recorte. Se trata del ejército. Una vez más, el militar es el gasto que menos decrece. Ayudado por la poción mágica de la opacidad y el camuflaje en mil partidas, así como por el desajuste entre lo que se presupuesta y lo que en realidad se gasta.



            En este contexto en que nos encontramos, las personas de la sociedad hemos tomado mayor conciencia si cabe de cuáles son nuestras necesidades. Tenemos claro, por ejemplo, que aspiramos a una vivienda digna, a la educación para nuestros hijos o a un sistema de salud que funcione. Otro debate será si todas o algunas de esas cosas las podríamos gestionar directamente sin pasar por el estado y las multinacionales. Eso se puede pensar y discutir. Sin embargo el más elemental sentido común nos dice que hay algo que no necesitamos para nada: el ejército. La institución militar no nos aporta nada como sociedad, al margen de las consideraciones éticas que no cabe dejar de hacer nunca sobre su existencia. Si hay algo de lo que podamos prescindir es del ejército. Si hay algo que puede y debe ser recortado son las fuerzas armadas. Es hora ya de empezar a hablar de la abolición del ejército y de la recuperación para la sociedad de los recursos que devora. Por todas estas razones, nuestra apuesta es por un gasto militar del 0%.


            Si analizamos pormenorizadamente en qué emplea y en qué no emplea el estado el dinero que recauda mediante la presión fiscal, consideramos que hay razones suficientes para no tributar un solo euro y en su lugar generar formas de autogestionar todos los servicios cuya administración se arroga el estado. Aunque opinamos que no hay que renunciar a objetivos de gran calado, los cuales pueden irse abordando poco a poco, no se nos escapa la enorme dificultad de recorrer como sociedad este camino en forma significativa. Sin embargo, teniendo en cuenta el contexto y momento en el que estamos, lo que sí podemos hacer ya es intentar no pagar, o recuperar parte de lo que la administración nos recauda. Lo podemos hacer mediante la Objeción Fiscal al Gasto Militar (OFGM). El fin de la OFGM es la total eliminación de los ejércitos, la investigación militar y el entorno militar industrial mediante una reducción progresiva de los gastos militares. Haciendo OFGM mostramos el rechazo social que tiene el gasto militar en particular y el militarismo en general, al mismo tiempo que nos solidarizamos con otras luchas por el progreso social que se dan en nuestra sociedad.


            A raíz de lo anterior reivindicamos una quinta premisa: la no criminalización de un acto eminentemente pacífico, constructivo y esencialmente nacido de la voluntad ciudadana. Porque no puede haber nada de ilegítimo en reivindicar tal causa, una vez expuesto todo lo anterior. Con el dinero desviado se promueve el trabajo por la Paz, la justicia social, la cooperación para el desarrollo, la mejora del medio ambiente, los derechos humanos, el apoyo a luchas transformadoras en otros estados etc. Con este dinero se consigue hacer realidad proyectos que no reciben subvenciones, proyectos que permiten seguir trabajando por una sociedad más justa y equitativa.


            Por todo lo antes expuesto, realizamos y realizaremos cuantos actos sean necesarios para conseguir que nuestra democracia, lo sea verdaderamente. Para que deje de darnos vergüenza el actual estado de las cosas. Para que el miedo no sea la brújula que guíe nuestros pasos. Para que no lleguemos a un punto de imposible retorno. Y sobre todo, porque el cambio es posible y necesario.
 
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El debate sobre la objeción fiscal.

Desde el 15M se lanzan numerosas iniciativas en tordo a la objeción fiscal. Pero eso no sgnifica queno haya ricos debates y mucha pluralidad también en este tema: dos textos de Acampada Sol:
 

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