Lo cuenta María, una amiga altoaragonesa, a la han intentado multar por una manifestación en una ciudad en la que hace años que no está. Tras cerrarse el expediente, y siendo ya madre (la sancionaron estando embarazadísima), narra su experiencia, denuncia esta situación por muy distintas vías y da su opinión a quien quiera oírla, reabriendo, una vez más cuestiones como la “presunción de veracidad" del testimonio policial sin más pruebas (reiterada fuente de abusos), y las negadas “listas negras” de ciudadanxs críticxs.
Una vez más exigimos libertades políticas, justicia, y una ética impecable a todxs lxs empleadxs públicxs, que tienen que defender los derechos de la ciudadanía y no conculcarlos, sea cual sea su labor.
María nos lo cuenta, y no sin una gran carga de indignación por lo vivido, que se respira entre letra y letra:
“Ahora que tengo un rato os voy a contar una buena: en abril, creo que fue, o principios de mayo, me llegó una multa (sanción administrativa) de la Subdelegación de Gobierno de Salamanca, con importe de 300 pavos, por haber participado en unos disturbios que se produjeron en una contramanifestación antifascista en febrero de este año. Lo jodido es que yo en febrero estaba embarazada de 5 meses, y a no ser que sea un ectoplasma, tenga el don de la ubicuidad o me geme (y así se lo dije al funcionario con el que hablé por teléfono para tratar de aclarar este asunto), era imposible que yo hubiera estado en la fecha señalada en Salamanca porque había estado dando clase por la mañana en mi casa. Total, que me toca alegar, abogado mediante (porque con semejante panorama cualquiera se arriesga), y finalmente cierran el asunto (principalmente porque tenía como uno de mis testigos a un guardia civil que es un solete y testificó a mi favor).
Varias y diversas cosas:
1. La presunción de veracidad de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Se la podrían meter por el ojete. Los policías que me denunciaron ni siquiera pidieron los DNI's en la concentración antifascista. Pero su palabra vale más que la mía, aunque hagan trampa.
2. Los archivos ilegales de la policía. Que yo sepa, no tengo antecedentes policiales. Ya no vivo en Salamanca desde hace 8 años (y dejé el activismo ahí hace diez años). Ya me diréis cómo cojones los policías recabaron toda mi información para denunciarme si no es tirando de un archivo en el que tengan los datos de gente que en su momento participamos en las manifestaciones contra la guerra, la contracumbre, el foro social y demás movidas.
3. Al ponerme en contacto con otros compas de ahí de Salamanca que habían sido multados también por la misma concentración, me entero de que 21 personas fueron sancionadas por el mismo motivo. Algunos, como yo, sin ni siquiera haber estado ahí. Bonita manera de recaudar, hijosde...
4. La sensación de indefensión que tuve desde el principio. Y yo tengo recursos (entiendo un texto legal, puedo acudir a abogados, tenía testigos, y noción de que estaba viviendo una situación injusta). No me quiero imaginar lo que se debe sentir cuando no sabes de dónde te llueve la hostia, como le ha pasado a mucha gente que se la ha comido con patatas.
5. Me consta que esto es habitual, que ya supongo que es un modus operandi de determinados elementos de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Menuda mierda, me imagino los años ochenta para los insumisos, independentistas de cualquier zona de Esñapa, feministas, homosexuales, rojerío en los años de la Tra(ns)ición...
En fin, que esto me pasó, y os lo cuento ahora porque me acabo de acordar que quería contároslo. Hale, a compartir como si no hubiera un por la tarde, que se sepa lo que ocurre. Que acusar a una embarazada de provocar disturbios y tirar botes de humo a la policía es muy feo, y de gente im...”
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