#WellcomeRefugees
Ya hemos hablado de las condiciones de vida de las personas
refugiadas de El Pireo. Queremos hablar hoy de las condiciones
cotidianas de los niños y adolescentes del campo.
En
El Pireo hay muchos niños correteando de aquí para allá y muchos
adolescentes vagabundeando entre las tiendas, los almacenes y la carpa
de una ONG. En un primer momento, este escenario pasa desapercibido ante
el impacto de las carencias básicas. Sin embargo, pronto salta a la
conciencia el por qué. Las niñas y niños del campo de El Pireo no tienen
acceso a la educación. Su día pasa entre las horas y los adultos, entre
la lluvia y el reparto de té o galletas o los sempiternos espaguetis.
Cómo es posible que miles de niños y adolescentes no puedan ir a la
escuela en la Europa de 2016?
La vulneración
de los derechos de la infancia es especialmente dolorosa porque es a
menudo visibilizada. En el Pireo las únicas opciones educativas de estos
niños y niñas es una carpa de la ONG Remar que ofrece papel y colores y
alguna actividad lúdica puntual ofrecida por voluntarias del Comité de
Apoyo del puerto. Nada más. Hoy hemos compartido el día con ellos. Hemos
pasado horas dibujando y coloreando con medios precarios. Ha llovido y
el asfalto se encharcaba entre las sillas de los más pequeños. Mientras
la lluvia caía fuera y dibujábamos, nos contaban sus viajes: "safartu
min Suria bil bahar!", "viajé desde Siria por mar!" o "came from
Afghanistan...walking! In Afghanistan, war", " vine desde Afganistán
caminando. En Afganistán, hay guerra".
Después ha llegado el té y las
galletas y nos seguían contando: "nahnu nurid an nadhab ila Almania", "
queremos ir a Alemania", "I want to go to school", " quiero ir a la
escuela". Muchas madres han venido luego a buscarles con una sonrisa y
una mirada triste. De nuevo a la cola, esta vez de la cena y después a
la tienda a dormir y a intentar abrigarse. En días de lluvia como hoy
resulta imposible librarles de la humedad y de los catarros. Es muy duro
ser niño en Pireo y sin embargo, no pierden la sonrisa ni el lápiz ni
por un momento. De nuevo, desde abajo, desde la infancia, estos niños
nos han mostrado la dignidad de su resiliencia. Una dignidad que jamás
podrán alcanzar ni en su mínima expresión los gobiernos, malditos, que
están violando diariamente los derechos básicos de estos niños y niñas.
Aman la vida. Denunciemos todo esto y hagámonos, las ciudadanas, dignas de este amor.
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