Has visto muchas imágenes mediáticas dramáticas, de gente ahogándose, embarrada. De niños descalzos llorando. Podrían ser niños de cualquier otro campo, de cualquier otra guerra. Pero son de esta. Puede que haya moda también en esto. Puede que nos sintamos interpeladas como europeas. Puede que haya niños que nos duelan más que otros. Siempre los niños.
Cuando vuelves te preguntan por ellos. Si es verdad que hay muchos que van por ahí solitos. Si están muy mal. Si dan pena, pobrecitos. Si te ha impresionado mucho...
Y yo no quiero responder a eso que me
preguntan. Yo quiero contarles que donde yo estuve (muelles 1,2 y 3 del
puerto del Pireo) había personas de varias nacionalidades,
mayoritariamente sirias, pero también afganas, iraníes, iraquíes y
kurdas. Y quiero hablarles de sus países y sus (nuestras)guerras.
Y no
eran pobrecitos, no. Son tan o tan poco pobres como cualquiera de
nosotras. No quiero contarles eso de que para lo.mal que están te
reciben con una sonrisa y te ofrecen lo poco que tienen. Aunque sea
cierto que algunos niños te abrazan y te resguardan de la lluvia con un
paraguas donado por alguna alma caritativa.
Quiero hablarles también de eso. De la caridad y el paternalismo con el que nos dirigimos a estas personas. Durante los dias que estuve allí doblé y clasifiqué montones de ropa aportada por gente bienintencionada. Ropa fabricada presumiblemente en condiciones de pseudoesclavitud. Ropa que nos sobra.
Y
a estas personas que huyen de la guerra y buscan vivir también les
sobra. "Sobra ropa y faltan derechos". "Sobra ropa y falta dignidad y
respeto". Estas frases nos empezaban a rondar por la cabeza. Daba igual
que fueran descalzas o con unas zapatillas último modelo como las que
clasificábamos. No podían disponer libremente de sus vidas. Daba igual
que comieran dos o tres veces al día gracias a otras personas
bienintencionadas (y necesarias), Europa les pone muros. Les controla
con fronteras.
"Open the borders" es lo que coreaban unas cuantas de estas personas migrantes en una pequeña manifestación que hicieron un día por el puerto. Quizás deberíamos haber dejado de doblar ropa y manifestarnos con ellas. Quizás deberíamos haber ido a la plaza Syntagma a gritar que abran las fronteras. Quizás deberemos dejar de doblar nuestras propias ropas y gritar que abran las fronteras.
Y abrir también
las internas. Las del miedo al otro.
Quizás deberíamos ocupar todas las
plazas Syntagmas del mundo hasta que se respeten los derechos humanos. O encadenarnos a los parlamentos de turno. O a las embajadas. O todo a la
vez. Incluso seguir dando y doblando ropa si es necesario. No sé la
fórmula. No sé si hay fórmulas. Tendremos que buscarla.
Tendremos que activar conciencias. Estas personas lo necesitan ahora. Están silenciadas. Nosotras podemos hablar todavía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario